Automotivación.
Esta es una de las partes más difíciles… porque nadie nos enseña a automotivarnos.
Necesitas estar muy consciente que TODO depende de ti y que es necesario que reconozcas siempre lo que hiciste bien durante el día, para que en el momento de evaluar lo que es mejorable, no te sientas mal.
Ese es un punto importante: la forma en la que te hablas y lo que te dices. Observa la forma en la que lo haces.
No es lo mismo decirte al final de un día muy muy pesado, de esos que de verdad tenemos a puños los freelancers:
«Bueno, los logros del día es que se pagaron todos los servicios, se presentó la contabilidad y quedó un mini extra para mí»
A decirte:
«¡Vaya! ¡Por lo menos pagué lo mínimo indispensable! ¡Sería el colmo que ni para eso me alcanzara! Y lo que quedó no sirve ni para chicles caray…»
No me malinterpretes, no se trata de reconocer TODO lo que pasa y darte palmaditas en la espalda a cada paso, pero para lo mejorable, el diálogo puede ser positivo también:
«¿Qué puedo mejorar para la próxima vez que un cliente me ponga tantas trabas con la cotización? ¿La forma de presentarla? ¿Los rubros que utilicé? Piensa… recuerda toda la junta, en qué preciso momento fue que se cayó el negocio…»
Y entonces haces un análisis objetivo de lo que pasó y de lo que puedes mejorar. No ocupas el tiempo en insultarte y descalificarte.
Eres tu mejor amigo, eres tu socio, el único que libra las batallas más amargas en medio de la noche, cuando no sabes si lo mejor es tirar la toalla y regresar corriendo a buscar una empresa que te cobije y haga todo por ti. Por lo menos que ese co equipero mental que tienes, que sea útil y positivo. Para agresiones está el mundo exterior, la competitividad, el exceso de oferta y la astucia -algo indispensable- para destacarte entre los demás.
Automotivarse también significa saber cuándo parar. En qué momento es abrumadora la presión de la búsqueda de clientes y el análisis del mínimo de proyectos ejecutados. Es en ese momento, después de semanas y semanas de arduo trabajo, de tocar puertas y de buscar nuevos proyectos que te puede hacer bien parar un momento.
Pero dije un mo-men-to. Un par de horas para ir al cine o a dar la vuelta al museo. Tomarte un café con algún amigo o vagar por el zócalo. UN PAR DE HORAS. No todo el día. Es una pausa, no un día de fiesta. Lo que estarás haciendo es recargar baterías, no tomarte el día.
Y ojo, esto es importante que lo hagas después de semanas y semanas de esfuerzo. No una vez a la semana porque no sabes hacia dónde vas y necesitas distraerte de la presión de no saber qué hacer.
La única forma que yo conozco de encontrar trabajo/proyectos es trabajando. Seguramente hay muchas otras que yo ignoro y la idea de posibilidades infinitas para lograrlo me encanta. Simplemente que yo encuentro proyectos trabajando. Nunca me ha caído uno del cielo en medio de un día de relax a mitad de semana.
Así que mi motor es la automotivación. Recordarme lo que sé hacer en los momentos más oscuros. Hacer una lista de lo que hice bien en el día y fijar objetivos claros para el día siguiente. Cosas que pueda lograr para no caer en una espiral de depresión y que además me permitan sentir que estoy dando pasos al frente y no hacia atrás.
Cosas tan simples como hacer llamadas de seguimiento, enviar dos o tres presentaciones y hacer una nueva lista de prospectos es muy motivacional. Abre el panorama y permite que se te ocurran nuevas ideas. De pronto los puntos conectan, un posible cliente te lleva a recordar a alguien que conoces de la prepa y que tiene un negocio… y se va resolviendo.
Da un paso a la vez.
Ser freelance es increíble por la libertad de tiempo que tienes, pero el esfuerzo que exige es un precio que no muchos están dispuestos a pagar. Lo importante es que si a ti te gusta la posibilidad, tienes recorrida la cuarta parte del camino.
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