
Autor: Gabriela Cruz
¿Eres de los que piensa que la improvisación tiene su encanto?, que ¿para qué planeamos si tal vez mañana no vivamos más?, o que ¿de qué sirve planear si después ocurren cosas inesperadas?
Efectivamente, la improvisación se disfruta, pero no en asuntos trascedentes. Un plan nunca es perfecto, pero contribuye a dar dirección a tu vida personal, familiar, profesional, espiritual, aprovechando el tiempo que hayas de vivir, de la mejor manera posible.
Un plan no debe esclavizarte, sino darte tranquilidad; un plan no coarta la creatividad, te permite encaminarla hacia donde deseas; un plan facilita optimizar tus recursos, un plan es la herramienta para enfrentar contingencias, así, que…no te resistas a planear.
Piensa, en primer lugar, cuáles son tus necesidades o aquellos sueños que, por una u otra causa, has dejado truncos. Sin un motivador lo suficientemente poderoso, el plan no tiene sentido.
Después analiza qué representaría la satisfacción de esa necesidad o el cumplimiento de ese sueño en tu estado físico, intelectual, emocional o espiritual. ¿Vale el esfuerzo? Entonces da el siguiente paso.
Convierte el sueño que puede ser ambiguo o demasiado ambicioso, en uno o más objetivos que inicien con un verbo en infinitivo para que impliquen acción; posteriormente acomódalos por nivel de complejidad para que determines el periodo de cumplimiento. No olvides ser muy concreto; mientras más específico seas con tus planteamientos, más sencillo será el seguimiento.
Gabriela Cruz / Gaby Cruz Coach es Coach de Vida y Doctora en Desarrollo Humano
Mail: gabycruzcoach@gmail.com