Lo que nadie te dice sobre ser freelance.

Vencer el miedo.

A equivocarte. A no servir para estar tú solo trabajando por tu cuenta. A que tú y los tuyos se mueran de hambre por tus «ocurrencias» de ser independiente. A darte cuenta que eres mejor bajo la sombra de una empresa que tú solo.

¿El miedo más grande? A darte cuenta que es mucho más fácil soñar y quejarte porque «las cosas no suceden» que luchar cada mañana por hacer realidad ese sueño.

Cuando sientes miedo y eso te impulsa, te da fuerzas y te provoca mariposas en el estómago, entonces no hay nada que te detenga.

Pero cuando el miedo te paraliza… cuando sudas frío porque es aterrador pensar en el día de mañana… entonces estás en problemas.

Hay personas que nos crecemos ante los retos de forma natural. Los diluimos, los vemos como algo que simplemente hay que vivir para llegar al objetivo que nos hemos fijado. No importa si nos cuesta mucho trabajo, si eso significa pasar horas y horas planeando y ejecutando. El sueño tiene nombre, tiene forma y cuando cerramos los ojos es tan claro que literalmente lo vivimos y lo disfrutamos.

No todos somos iguales. He visto personas con grandes sueños preferir la zona de confort porque les genera menos estrés, porque es algo que dominan, donde se mueven sin problemas y los deja dormir bien. Nada de retos, nada de emociones fuertes… Nada que les exija más de lo que ya han dado. Su sistema nervioso no lo resiste.

Lo entiendo a la perfección. Así que es importante darnos cuenta de qué estamos hechos antes de lanzarnos a ser freelancers.

Si lo tuyo son los retos y los ves con buena cara. Si la adrenalina o la emoción de hacer tu sueño realidad te motiva a levantarte temprano y buscar clientes o desarrollar proyectos. Ser freelance te va bien.

Pero si la idea de no tener asegurada tu quincena te tortura y prefieres pasar tus días en la misma oficina por años, entonces mejor no lo intentes. Te puedes desgastar emocionalmente de una forma indescriptible.

El miedo a veces es aterrador al punto de las lágrimas. Pero pasa. Se disipa cuando te llaman para pedirte algo, cuando te llega un correo solicitando que emitas tu recibo para que te paguen o cuando te solicitan una junta de trabajo.

Si pudiera decir que el miedo desaparece, lo haría. Pero no es verdad. Jamás desaparece. Siempre va caminando a tu lado, como un compañero fiel cuyo trabajo es impulsarte a seguir ese sueño o dejarte paralizado en la primera esquina. Eso es algo que solamente tú decides.

Sueños
Sueños

Imagen: Suma de Talentos

Lo que nadie te dice…

Sobre ser freelance.

La vida laboral tiene altas y bajas. Ya sea que formes parte de una empresa y te toque salir en el recorte de personal,  que seas parte de la industria creativa y la cuenta a la que perteneces cambie de agencia o que de plano tires la toalla porque eso «no es lo tuyo» el resultado es el mismo: te quedas sin trabajo.

La reacción de algun@s es empezar inmediatamente a buscar algo nuevo en otra empresa. Otr@s, se toman un tiempo para encontrarse a sí mism@s y decidir qué van a hacer con su vida y un@s más se plantean la posibilidad de trabajar por su cuenta.

Yo formo parte del tercer tipo de personas.

Me encantaría decir que es un proceso fácil, literalmente miel sobre hojuelas. La verdad es que no. Y pensando en tod@s aquellos que por una u otra razón están comenzando en el mundo del freelanceo, nace este primer post de la serie que tengo prevista.

Comencemos -como en tantas cosas en la vida- por lo general hasta que lleguemos a lo particular.

DISCIPLINA

Una de las características principales que se necesitan para ser freelance es DISCIPLINA. Así, en altas y en bold.

Sin disciplina es IMPOSIBLE avanzar en un mercado donde hay muchísima oferta y la diferencia de costos es abrumadora para quien ofrece sus servicios y para quien los requiere. Pero de esto hablaremos después.

Cuando hablo de disciplina me refiero a levantarte temprano, «como si fueras a la oficina» y ponerte a trabajar. Nada de ver Netflix un rato en lo que se te ocurre por dónde empezar.

Haz una lista de los pendientes de tu día y si es tu primer día como freelance, me parece que tu lista puede incluir: decidir qué tipo de servicios vas a ofrecer.

Ser freelance es un trabajo de tiempo completo. Requiere mandar correos ofreciendo tus servicios, dar seguimiento a los correos que ya enviaste, hacer llamadas a tus amigos y/o conocidos para saber en qué están y pensar cómo te puedes insertar en sus proyectos con lo que tú sabes hacer, desarrollar una presentación de tus servicios para hacérsela llegar a clientes potenciales y desarrollar muchas -muchísimas- propuestas para el tipo de clientes que te interesa tener. Sacos a su medida, para que te den la oportunidad de empezar a trabajar con ellos.

Disciplina también es auto motivación 24x7x365 porque no hay jefes que te digan «bien hecho», te lo tienes que decir tú cuando lo has hecho bien para sentir que avanzaste un poco.

Es llamar a la hora que dijiste que lo harías sin pretexto y ser hiper puntual en tus entregas. Te estás jugando tu reputación, no hay empresa que te respalde ni a quien el cliente le pueda «echar la culpa». El nombre que va a quedar por todo lo alto o en los suelos, es el tuyo.

Y disciplina es también encontrar un ritmo de trabajo que se adapte a tu personalidad. ¡Para eso eres el jefe! Si lo tuyo es la redacción y lo haces mejor en las noches, hazlo. Pero igual te vas a tener que levantar temprano a revisar correos y hacer otras cosas, si puedes con eso está perfecto. Si lo vas a usar de pretexto para quedarte en la cama, no sirve.

Ser freelance es ser independiente de un sistema externo para crear tu propio sistema. Puede ser una bendición o una maldición, eso, depende de ti.

Imagen: Google