Recuperar el balance

Imagen: Pixabay

Algunas veces – más de las que uno quisiera – dejarnos llevar por la vorágine del día a día, por los pendientes, las urgencias y las necesidades de nuestros clientes o Team Leaders es una “tentación” a la que resulta muy sencillo sucumbir.

En un instante, literalmente sin darte cuenta, eres un manojo de estrés y presión. Todo urge, todo es importante, todo es necesario y aunque haces y haces cosas, pareciera que no haces nada, que no avanzas y que no vas a terminar nunca.

Sí, también me pasa. Afortunadamente cada vez menos, ¡pero me sigue sucediendo! Y eso que llevo ya algún tiempo siendo Agile.

Lo que me ayuda es la claridad de que para resolverlo solo necesito consciencia plena.

En el momento en el que me doy cuenta que estoy «en el rush,» automáticamente empieza a bajar la velocidad. Es un segundo eterno en el que me pregunto: ¿por qué estoy corriendo? Consciencia plena de ese momento. Segundos que se transforman en un par de minutos para respirar con calma y analizar mis prioridades para resolver lo que tengo entre manos. Tiempo suficiente para pensar con tranquilidad si la prisa «es mía» o la adquirí de «alguien más» y la respuesta habitual es que es de alguien más, normalmente de un cliente o un Team Leader en alguno de mis equipos que está rebasado y angustiado.

Me tomo 10 minutos. Ese es tiempo suficiente para respirar, revisar prioridades, ajustar bloques de tiempo y resolver lo que es Prioridad Uno / Tiempo máximo para resolverlo de dos horas.

Teniendo claro lo que es Prioridad Uno, mapeo de la Prioridad Dos a la Cinco lo que tengo entre manos y defino tiempos.

Listo. Balance recuperado.

La agenda está armada con bloques de tiempo para lo que hay que resolver por orden de impacto y urgencia. ¿Te das cuenta que no hablo de importancia? Exacto. Es un concepto engañoso, porque «todo es importante,» así que a mis equipos los enseño a medir por impacto y urgencia. Funciona mucho mejor.

Retomo mi ritmo, me ciño a mis tiempos y ejecuto. Respeto mis bloques de descanso y de comida. Respiro y mantengo la consciencia de que esto es parte de la agenda y de mis horas de trabajo. Forma parte del camino que estoy recorriendo y como dice uno de mis maestros espirituales: «El camino es el destino» así que lo disfruto y continúo. Hay mucho por hacer y por aprender y lo mejor, es que siempre hay tiempo para todo.

LVM / Asesora de alineación para mejorar la productividad.

La necesidad de una buena vida.

Imagen: Pixabay

No hay estrés «positivo,» no existe.

Así que ya puedes dejar de decirte esa mentira que te has dicho por años.

Lo que llamas estrés positivo es un boost de adrenalina que te hace ir de cero a cien, que te llena de «energía» y que te pone los nervios de punta, así que eres más receptivo a todo, reaccionas rápido y tus niveles de concentración casi son como superpoderes.

¿Sabes lo que te está pasando en realidad? Estás en modo alerta. Todo tu organismo está al borde de su capacidad, la adrenalina corre por tu sistema y por supuesto que estás más atento a todos los detalles y tus niveles de concentración son muy elevados. Tu cuerpo se siente amenazado y está reaccionando acorde a ello. Estás buscando sobrevivir en el más básico de los sentidos.

Cuando alguien en un equipo me dice que «trabaja mejor bajo presión» me queda claro que se ha habituado a ello y que sin darse cuenta, es adicto a las descargas de adrenalina porque así funciona mejor.

A corto plazo parece divertido y útil, de hecho, ¡parece muy útil! Ir de cero a cien en unos segundos y resolver en un dos por tres el bomberazo que se presentó, hace que uno parezca super poderoso. Funciona. De momento.

El punto es que el estrés se acumula en el organismo, que esas descargas de adrenalina te dejan completamente exhausto y que para nivelar, es muy probable que consumas más cafeína de la que te puedes imaginar «porque sin café no eres tú, no funcionas.»

A mediano y largo plazo es donde viene el golpe: enfermedades estomacales como colitis nerviosa, gastritis o úlcera. El sistema nervioso colapsa con cualquier cosa y te vuelves intolerante a todo y a todos, porque ya no puedes más. Dolores de cabeza, cansancio extremo… Burnout. Estás quemado por completo, física, mental y emocionalmente. Así que tu trabajo ya no es tan emocionante, ya no disfrutas lo que antes te apasionaba.

Si tuviéramos claro desde que empieza el día, cuál es la prioridad, todo sería distinto: Una buena vida. Esa es la prioridad.

Hacer tu trabajo con gusto, saber que eres capaz de resolver lo que se presente y que todo es importante en su justa medida.

Comer a tus horas, descansar, disfrutar media hora de siesta y pasar un rato con la familia o la pareja son momentos invaluables que te fortalecen y que hacen que disfrutes más lo que haces.

Por eso disfruto ser Agile y ayudar a los equipos a ser Agile. Porque en el proceso de alineación, descubres cómo establecer prioridades, cómo trabajar mejor -no más- y paso a paso te vas dando cuenta de lo que en verdad importa: Tú, tu vida.

El wellness de los equipos y de las personas es lo que me mueve, porque sé exactamente lo que significa vivir en lado del estrés y colapsar. Ya estuve ahí y es muy complicado.

Así que dime: ¿Cuáles son tus prioridades en la vida? ¿Hace cuánto que no las revisas o las replanteas?

Hoy es un buen día para empezar.

LVM / Asesora de alineación para mejorar la productividad.

Establece tu prioridad.

Después, actúa en consecuencia.

 

Foto:Pixabay
Foto: Pixabay

En un mundo frenético, donde «todo urge» y «todo es prioridad» es muy fácil que te pasen dos cosas:

  1. Que invariablemente sientas que no cumples con todo lo que tienes que hacer.
  2. Que te sientas profundamente cansado de correr y no llegar a la meta.

Así que lo mejor que puedes hacer por ti y por todos lo que te rodean (colaboradores, pareja, amigos y familia) es que empieces estableciendo tu prioridad del día y después, te dediques a hacer que eso suceda.

Leíste bien: prioridad, en singular.

Social y laboralmente estamos tan mal acostumbrados a tener «muchas prioridades» que por lo tanto, no ejecutamos ninguna cabalmente.

Es lógico, no puedes hacer muchas cosas a la vez  (el multitasking es un mito del que hablaremos en otro momento) y eso significa que al cerrar el día no hayas hecho nada de todo lo que esperabas y que te sientas abrumado, cansado y frustrado.

La prioridad que estableces permea todo lo que haces y bajo ese panorama, las decisiones que tomes son correctas.

Imaginemos que estás exhausto de trabajar incansablemente sin detenerte, que llevas meses sin parar por varias razones, pero esta mañana has despertado mal, con dolor de cabeza y «sintiéndote enfermo» aunque no te duele algo en particular. (Eso, se llama agotamiento y provoca muchos problemas si no le pones atención)

Así que esta mañana decides que la prioridad eres tú y con base en ello tomas todas las decisiones pertinentes, empezando por avisarle a tu jefe, a tu equipo y a los clientes de la agenda que no estás bien y que vas a reagendar todo para los días siguientes. Desayunas con calma, te bañas con calma y vuelves a la cama un rato. Si te apetece, te duermes un rato y si no, lees un poco o simplemente te acuestas a des-can-sar.

Nada de reuniones, nada de celular, ni correos… Nada de trabajo. Hoy has decidido darte lo que te has negado por tanto tiempo: descanso. La oportunidad de recuperarte para poder hacerlo mucho mejor mañana.

No te sorprendas, eso es exactamente lo que le dirías a tu mejor amig@ que haga y lo que le pedirías a tu pareja, porque se ve que está agotad@ y si no se detiene, se puede enfermar. Así que no estamos hablando de flojera, estamos hablando de priorizar y de ser consciente.

En este escenario, es muy probable que después de un día de descanso, te sientas mucho mejor para desarrollar todos los pendientes que tienes y seas más productivo.

¿Se acabó el mundo? No

¿Los clientes, tu jefe y tu equipo entraron en caos total sin ti? No

¿Se lograron resolver varias cosas sin ti? Sí

¿Se pueden reagendar las reuniones de hoy? Sí

No pasa nada que no se pueda arreglar si descansas un poco. En cambio, si no te detienes y colapsas, todo lo que tienes entre manos sí se va a ver afectado por una razón muy sencilla: vas a tener que detenerte más de 24 horas.

En cuanto a establecer tu prioridad del día a nivel profesional, pasa lo mismo. Pregúntate qué es lo más importante para hoy:

¿Prospectar clientes? ¿Hacer reportes? ¿Ocuparte de la contabilidad? ¿Revisar resultados del equipo? ¿Preparar propuestas?

Tener clara la prioridad del día te permitirá dedicarle más tiempo a esa actividad específica y dejar para después el resto.

Recuerda esto: Roma no se hizo en un día 😉

Una prioridad al día. Un paso a la vez. Un día a la vez.

#SM #prioridad #SumaDeTalentos #Kaizen